Conociendo un poco más a los asistentes del Taller de Relatos Cortos de la Biblioteca a través de "El Diálogo"
Nieves, repostera
inquieta de narrativa creativa. Para mis recetas literarias utilizo
los mejores ingredientes que poseo; como base una mezcla agridulce
con una pizca de desconcierto, untada en crema de sorpresas y
rematada con un glaseado de incertidumbre adornado con perlas
salteadas de amor y oscuridad.
Nieves
. La
verdad
Mil
preguntas invadían mi mente. La percha Alfonso gritaba mareada
entre mis manos pidiendo su liberación.
“Puto
viejo, entrometido” “A santo de qué desenterró esto, ¿quién
demonios se ha creído?”.
Intentaba
dejar de manosear aquel pudo haber sido, luchaba por apartar
visiones imposibles y blandía aquel dolor como si fuese algo mío.
Pero se trataba solo de un viejo fantasma.
“¿Realmente
tenía derecho a pedir una explicación? ¿A desenterrar el dolor del
pasado?”…
Lancé
la percha hacía la cama, mientras gastaba las losetas en un ir
venir en línea recta.
Poseída
galopó las escaleras dejando tras de sí un crujir discontinuo de
madera.
Me
recibió entornando su reproche:
-¿Qué
pasa?. ¿Porqué subes corriendo ?. Parece que se acerca la
Caballería
Exploró
la cocina en busca de una excusa para mantenerse allí.
-¿Quién
es Alfonso?
Se
extendió el silencio
-Eh,
¿Quién?
-Era
un hermano de tu padre…
Sin
mucho interés, simuló atención por una noticia y la voz del
locutor se apoderó de su incomodidad.
-¿YYYY?
¿Qué le ocurrió?
En
pie, se asió del brazo de la Cafetera en busca de su humeante
compañero.
Los
pasos la acercaron pese a que detestaba aquel olor. La única
persona de su familia materna lo tomaba.
-Murió
en un accidente de moto en las Peñas de la Costa Oeste.
-¿Le
conociste?
Sin
respuesta, abandonó la estancia.
Escuché
estampidos de latón y un rebuscar discontinuo entre los trastos de
la vieja vitrina.
De
vuelta, muda y sin semblante me tendió la mano con un viejo
recordatorio funerario.
Alba
me había pedido los apuntes del Tema de Filosofía y mi disposición
para ayudar me llevó hasta su casa.
Ofrecí
las copias de Filosofía y ella se prestó a acompañarme para
seguir la charla hasta mi parada de autobús, entonces apareció él,
Un viejo, algo desdentado y pestilente a alcohol. Lo presentó como
su padre. Mantuve las distancias y enseñé los dientes sin
convicción. Luego me sacó la partida de nacimiento.
-¿Y
cómo dices que se llamaba tu madre? ¿Adela?
Asentí,
rezando para que llegase la guagua.
-Tu
padre Alberto, fue Patrón mío, trabajé con él en la Carpintería.
No te pareces con tu madre, bella muchacha de ojos azules.
“Quise
que se atrangara con alguno de los dientes que le quedaban”
Pero
tu madre casó con él porque, su novio murió ¿Cómo se llamaba?
“Gracias
Dios, Fuente Divina, Universo o quién quiera que seas por enviarme a
la dichosa guagua “
Subí
sin mirar atrás, con los dientes prietos y levanté la mano en
señal de despedida a mi amiga y con ganas de hacer un corte de
mangas al puto viejo, entrometido, que dice ser su padre”…
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