Otro Antirrelato y Relato creado en el Taller de escritura de la Biblioteca
Los ejercicios del taller de escritura de relato corto son cada vez más desafiantes. Y es que Mariano Gimeno Machetti va exprimiendo, poco a poco, el talento de todos con propuestas interesantes. Tareas que sacan de cada uno de nosotros el talento creativo que ninguno creyó haber tenido escondido.
A continuación tienen otro ejemplo de Antirrelato convertido en Relato. No dejen de leerlo.
La Sonrisa
(antirrelato de Hortensia)
Julia espera despierta a que se
haga de día. Espera tumbada en la cama. La casa esta ocupada por un silencio
pesado, helado, que se posa como un manto sobre los muebles. Julia con los ojos posados en el
techo piensa “¿cómo puedo matar hoy a mi marido? “ Y sonríe…es la primera sonrisa
del día.
Cuando en los cristales se dibuja
el rojizo amanecer Julia se pone en pie y se mira en la semioscuridad del
espejo: sus ojos están bordeados de arrugas, los pómulos y la papada empiezan a
caer…fue más bella en otro tiempo… pero
no tan fuerte. Y Julia sonríe al espejo. Julia llena el depósito de la
cafetera melita absorta en sus pensamientos y luego escucha el gorgoteo del
líquido oscuro y caliente.
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fot. Rebecca Miller |
Leopoldo, que así se llama la
víctima, es el objeto de tanto anhelo.”Mi reina” solía decirle cuando se
casaron y como a tal no tardó en coronarla…”bah…cosa de poco. ..una cana al aire” Y de tantas
canas al aire de Leopoldo a Julia se le volvió el pelo blanco ¡todas le
aterrizaron encima! Pero aprendió a buscar otras cosas que le llenaran el hueco
negro del corazón.
“Viviré para ti” le dijo ella un
día enterrada en su pecho, pletórica de amor como una golondrina en primavera…y
así lo hace. Julia le sirve el café, que le espera sobre la mesa del salón no
menos de veinte minutos, con tres cucharadas de azúcar. ..(a él le gusta muy
caliente y amargo) Y allá va otra sonrisa.
Julia planifica el día “iré al
mercado…haré caracoles que le gustan tanto, con mucha guindilla y pimentón de La
Verá …pero la farmacia me cae a desmano….!vaya! y no tiene
omeoprazol desde hace días.. con lo que le molesta la úlcera…Otra sonrisa.
Tengo que recordarle que me
acompañe al ginecólogo…no puedo perder la cita que me costó tanto cambiar a
última hora …a las ocho y media…justo cuando empieza el Madrid-Barca…se ve que
al doctor también le gusta el fútbol…”
“Por allí resopla”, murmura Julia
cuando oye arrastrar las zapatillas de Leopoldo y le ve pasar ante la puerta de
la cocina camino de su café frío mientras bosteza y se rasca el trasero…”mira
…hace dos cosas a la vez”
-¡Julia. .esta frío!
-lleva esperándote media hora por
lo menos…que vas a llegar tarde...
-¡Podrías haberme despertado
antes!
-¿no dormiste bien?
-¡Con tus ronquidos!
-Estoy constipada…
-Un par de kilos o tres es lo que
tienes que perder…
“Pues igual no tengo suficiente
guindilla…y de paso compro un paquete de
cigarrillos o dos..que los tenga siempre a mano…a ver si la advertencia del
paquete no es publicidad engañosa! “
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fot. Federica Erra |
Y
Leopoldo sale corriendo y poniéndose la chaqueta mientras Julia se sirve otro
café calentito y sonríe sin separar los labios de la taza.”Va a ser verdad que
a las mujeres nos gustan los hombres que
nos hacen reír”.
La Sonrisa
(relato de María)
Tumbada sobre la cama Julia
espera que el sol despierte. Todo a su alrededor toma un tono rojizo cuando se
pone en pie, desnuda, frente al espejo. Su cuerpo es desgaste y sufrimiento.
Devuelve la mirada a la cama, coloreada de rojo intenso, y sonríe mientras idea
cómo asesinar a su marido dormido. Su
corazón palpita. Sus ojos se inundan.
Se ahoga en recuerdos con una
taza de café entre las manos. “Mi reina” la llamaba antes de que la infidelidad
hiciera un trío de su matrimonio.
Julia olvidó vivir para ella. Cada
día tenía la misma rutina que el Sol: despertar e iluminar la vida de los
demás.
A las 7.30 le servía un café
caliente en el salón con tres cucharadas de azúcar. A las 8.00 él se iba
siempre discutiendo, sin motivos, a trabajar.
Pero ese día, mientras ve su vida
en el fondo de la taza, planifica el asesinato. Sobre la mesa le deja el
anhelado café y hasta siete veces mete la cucharilla. Leopoldo arrastra los
pies por el corredor hasta el salón. Se sienta y bebe.
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