Otro relato con muy buenas críticas en el Taller de escritura de Relato Corto de la Biblioteca
FUI UN HADA LUMINOSA
Yo
fui un hada luminosa jugando entre la hierba del patio de mi casa. Solía
perderme entre las gotas de rocío alrededor del sauco que mi padre sembró. En verano metía los pies en el agua helada de la acequia y
ese frío me hacía estremecer, con un placer casi asombroso.
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fot. Irene Cruz |
Yo
fui una adolescente que espiaba a su vecino tras los dibujos de ganchillo de la
cortina del balcón. A medida que él desabrochaba botones, el rubor iba
aumentando mis mejillas y ese hormigueo continuaba hasta convertirse en el
pecado a confesar cada domingo, antes de la misa.
Mi
vecino era unos años mayor que yo, era mi aburrido profesor de las tardes de verano,
en que obligada por mis padres recuperaba los conocimientos que no lograron
quedarse en mi cabeza durante el curso. No era culpa mía: igual que había cosas
que se han quedado en mi recuerdo para siempre otras siempre se han negado a entrar.
Y ahí llegaba Álvaro, con su seriedad de chico responsable, de hermano mayor,
de hombre de la casa…estudioso casi brillante. Y todas las tardes mientras mis
padres dormían la siesta, de cuatro a cinco, yo repasaba con Álvaro Geografía, Matemáticas,
Literatura…
Era
mi vecino y le tengo en todos mis recuerdos desde niña. Le había visto siempre…pero aquella vez…le vi
por vez primera. Él volvía de un permiso del servicio militar y yo estaba
castigada como siempre. Cuando atisbé detrás de la cortina su pecho musculoso, enmarcado en el verde de su camisa militar, se me pasaron de repente todas
las ideas piadosas que había concebido
esa tarde arrepentida de mi mala
conducta.
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fot. Irene Cruz |
Sonreía,
no se la razón, porque yo tenía ganas de todo menos de sonreír…era como si me
hubieran pillado con las manos en pleno hurto.
Hoy
ya han pasado más de cincuenta años desde que yo fuera un hada; más de treinta
y cinco desde mis ratos de espionaje y de ganchillo y, a pesar que la morfina me
borra los recuerdos y me envuelve en una nube gris de duermevela, a pesar que
el dolor que me anida en el corazón me corta la respiración cada vez que se me
acaba la dosis que prende de mi pecho como un cordón umbilical que me ata a la
vida, a veces vuelvo a ser ese hada. Yo no me lo creo ,pero lo veo en sus ojos,
lo leo en sus labios que me besan al llegar a casa, y entonces sí, entonces lo soy.
No importa mi cuerpo torturado por más de treinta operaciones, no importa que
no puede mantenerse en pie más de cinco minutos ,no importa que no pueda
abrazarme sin causarme dolor,no importa que mi cuerpo sea un tronco partido y
desastroso…(mi cuerpo que él amó tanto , que fue refugio , gozo y plenitud…)no
importa que ya no pueda amarle sin que las alucinaciones sean mi carcoma del
alma.
Yo
fui un hada luminosa jugando entre la hierba del patio de mi casa. Hoy lo soy
de nuevo mientras noto como el frío va volviendo frío mi cuerpo, como mis pies
en la acequia y noto que mi cuello se vuelve rígido, y, oigo la voz de Álvaro en
mi oido, bañada de dolor ,ahogada….”Ríndete mi amor ,ríndete”
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fot. Irene Cruz |
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