Va de narradores la nueva sesión del Taller de escritura de la Biblioteca
La nueva sesión del Taller de escritura de la biblioteca impartido por Mariano Gimeno Machetti, va de cambiar de personalidad, voces y narradores.
Cambiar de personalidad, nada fácil por cierto. El reto de esta semana ha consistido en disfrazar un hobbie, un miedo, una fobia o algo que no soportas en, a través de la palabra, darle un sentido contrario y convencer al lector de que nos encanta. Lo dicho... nuevo desafío para los alumnos del taller.
A continuación puedes leer el relato mejor valorado por el grupo, ¿adivinas qué no soporta?
SECRETO
(Nieves)
Mudarnos
fue un acierto para la familia; los niños peregrinaban solos al colegio cada
día y las necesidades mundanas se veían
satisfechas por la cercanía al centro.
Pasados
varios calendarios, Ena, se había mimetizado en aquel vecindario. Tejedora
incansable, resucitaba unas prendas y
otras las pasaba a la sesión de chapa.
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fot. Émili Bermúdez |
Su
vida transcurría tras las cortinitas azulitas, de alba a ocaso y el tiempo
hacía equilibrio entre agujas e hilos. Su ubicación en primera línea la
coronaba como conocedora directa de los aconteceres de aquellos lares y sus
gentes. Y para emplatar la información, las clientas dejaban de su mano la ropa
y al desnudo las intimidades de los
otros. Mientras, ella permanecía en su garita.
Me
inunda la felicidad; mis buenos hijos educados y aplicados, un marido
trabajador, un oficio que disfruto, y el privilegio de enterarme y saber
de cuanto pasa en mi entorno.
Sin
olvidar, mis merecidos ingresos extras, gracias a los cuales mis hijos estudian
fuera y aprovecho la tesitura para hacer puntos de Iberia plus. Buena idea
sacarles del barrio, los protejo, aseguro su halagüeño porvenir y les alejo de
caer en bocas sucias.
Imposible
resetear mi memoria y deshacerme de aquella noche.
Mis
entrenados oídos sintieron el cerrar de la puerta. Apostada en mí puesto de vigilancia, divisé
la sombra escapando de la casa de Doña
Petra.
El
incidente acontecido, aunque nefasto, animó el barrio. Vinieron días de
trasiego, cavilaciones, policías, juez y funeraria.
Los
periódicos inundaron sus páginas sobre el delito. Incapaces de relacionar a
nadie con la muerte de la vieja chiflada.
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fot. Émili Bermúdez |
Dª
Petra vivía en un delirio continuo, el despertador alocado ticteaba martillando
el silencio. Apenas se reconocía. La
señora elegante y educada había sido devorada por el tiempo.
Sus
sobrinos políticos renunciaron al vínculo familiar y la dejaron en manos del destino.
La
acera frente a su casa ya estaba precintada por maloliente aire y las moscas,
mucho antes de que la policía llegara y colocara la banda.
Alguien
decidió poner final a la historia. Airear el barrio.
Sin
duda una labor brillante. Bajo una invisibilidad que el paso de los otoños
había traspasado la memoria de la mayoría, pero no de Ena.
El
combate fue atronador. Primero duelo de miradas. Después, gestos amenaza,
coronado por un empate de palabras que desembocaría en un beneficio mutuo.
“Se
creía este que iba a controlarme bajo el yugo del miedo. Como si fuera tan
fácil sellarme y empaquetarme. Información es poder”. El poder me dio el mando y una gran oportunidad.
Un trato más que justo. Todo por mis hijos y
su futuro. Para mí un ir y venir de aviones y ataques de consumismo que saboreo a mi antojo.
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fot. Émili Bermúdez |
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