Conociendo un poco más a los asistentes del Taller de Relato Corto de la Biblioteca a través de "El Diálogo"
He amado la
escritura y la lectura desde pequeña. Soy una mezcla incoherente del
teatro de la vida, freestyle, locura, tristeza y absurdidad. Las letras... sí, les rindo pleitesía.
Aurelia
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Fotografía de Gonzaga Manso |
DENTRO
DE MI, LA HILARIDAD
- Siéntate en la desordenada habitación pero
cállate de una puta vez. Solo suplico silencio, es tan fácil y complicado de entender. Cada vez que me
hablas siento como las venas de mi cerebro bailan sincopadas, pero la reverberación
de tus frases me vuelve loco. No hay
estilo, la vulgaridad lo invade todo. Leonor siempre se queja de su patética vida. ¡Cómo la detesto! Ese intento
de ama de casa provoca en mí un
comportamiento autolesivo.
-
Anatole, qué histriónico y ridículo te pones cuando entras en ese estado
de seudoactor con aire trágico. Hoy, hoy voy a beber esta botella de sucedáneo de voka que Calisto me dejó dentro
del wáter, encima de sus heces. Asquerosos dementes, vuestros egos no logran
explicar en qué consiste el arte del que habláis tanto y tan mal. Me fumaré
este cigarrillo a vuestra salud. Mis teorías sobre el éxito y el progreso
económico del individuo “x” en una sociedad “x” capitalista, of course, han avanzado mucho esta semana. Escucha
atentamente, si todavía conduces un coche de 1999 eres un fracasado consagrado.
Tu coche refleja lo equidistante del sistema que te encuentras pero lo
triunfador que eres en el mundo
karmático. ¿Para qué quería Buda un utilitario debajo de un árbol? (Se escuchan paso firmes). Calisto, maldito loco ya está aquí de nuevo, oigo sus
zapatos en el portal. Me voy, saldré por la puerta de atrás… Allez vous faire
foutre!
- Amo a ese chico- dijo Anatole. Representa
al hijo bastardo que podríamos haber engendrado la insulsa Leonor y yo. ¿Pero
quién podría comprender a un bohemio? Lo hubiese adoctrinado en absurdos colegios y universidades, qué
horror, hubiese destruido al pobre muchacho. Francia es un buen sitio para
vivir era en lo único en lo que coincidíamos, eso y en la cama. El estrepitoso
ruido que hizo Calisto al abrir la puerta, trajo de nuevo al presente a
Anatole.
- El tictac del reloj que llevo dentro de mi
cabeza me dice: “Tienes que bailar al son de cualquier estúpida música que
suene arbitrariamente”. Ja, ja, ja.
¡Anatole, ya estoy aquí! He encontrado en la basura unas pizzas que nos
servirán de cena esta noche. La “mierda burguesa” puesta al servicio de los
creadores. Estoy en plena fase de
expansión, me he pasado toda la mañana en el parque Monceau, observando a las
palomas, la semana que viene me convertiré en una de ellas, así que no me
esperes porque desapareceré un tiempo.
- Cada día te quiero más y
bendigo al azar por convertirme en tu padre postizo. (Rió a carcajadas). Fernán
estuvo aquí con uno de sus monólogos “cuerdos”. Esta noche vendrá a cenar, ya
sabes que te detesta pero ese imbécil dice cosas interesantes… a veces. (Sonó
el timbre de la puerta).
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