Regresa el taller de relatos en septiembre con "Canciones que me inspiran a escribir"
Si alguien sabe de ella…
basado en "Mi Unicornio Azul" Silvio Rodríguez
El
burdel "El Parque del Loro", financiaba legalmente a un partido local
que la corrupción de sus representantes en la legislatura precedente les llevó
a la oposición. Estaba ubicado en lo que fue sede local del movimiento en la época
franquista. A pesar de lo destartalado del edificio, tenía un patio interior,
donde junto a un cañizal de bambú y un falso estanque en una bañera verde había
una divertida colección de pájaros tropicales que además de colorear con
estridencia el ambiente, brindaban el marco idóneo acorde al nivel de los
clientes, dejando fiel huella de la vulgaridad de la cromática paleta social
que allí concurría.
Algunos
días, a mí vuelta del trabajo, ya avanzada la tarde, me pasaba a ver cómo le
iba la vida a Fátima. Desde su salida de la cárcel tras los 15 meses de
prisión, por su complicidad en el atentado del Loro Parque, no había podido
encontrar otro trabajo con que vivir. Mi amor por ella me arrastró desde los
nocturnos y deseados encuentros junto a los cubos de basura de mi calle, a la
basura de los camastros de los cubículos del burdel. Si, por fin, con una
trabajada rebaja por antigua vecindad, podía disfrutar de su belleza
norteafricana; de su cuerpo moldeado en las dunas de su añorado desierto. No es
necesario decir que por su parte, nada de amor. Y dado el lugar de la cópula,
donde tampoco era amor todo lo que relucía, no dejaba de ser una alternativa,
más o menos llevadera, para desfogar mi afecto por ella, nunca correspondido.
Aún
así, no todas mis visitas se saldaban con el falso consuelo de su afecto
sufragado. Fátima, con alguna frecuencia, se perdía una o dos semanas por los
invernaderos del sur en donde prestaba merecidos servicios, para ellos, a
jornaleros extranjeros, sobretodo magrebíes, en la época de la zafra del
tomate. En esas ausencias salía a mi encuentro Kika. No era comparable a mi
relación con Fátima pero, en ocasiones, hacía que me sintiera incluso más gratificado
que con Fátima. Su mirada entre atenta y distraída, mística y turbadora como
una inmaculada de Murillo. Su bello embalaje natural, digno de las diosas de la
Amazonía. Su dignidad de pose, ya fuera en fija altivez o desentendiéndose de
mi atención, me convertían en un bobo cautivo.
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Collage de Eugenia Loli |
La
falta de Fátima, ocasión tras ocasión, iba dando lugar a que Kika en esos días
de contratiempo fuera una nueva ilusión para la vida. Cuando se dirigía a mi,
aún de manera desgarradora, aunque me costara entenderla, me sentía tan
gratificado que me tornaba en algo parecido a una tarrina de queso Filadelfia a
pleno sol de agosto.
Sin
embargo,…hoy llegué y no estaba allí. Desapareció. No sé si se fue o se
extravió. Si alguien sabe de ella, le ruego información, cien mil o un millón,
…de maní, yo pagaré. Mi cacatúa añil, se me ha perdido ayer,…se fue.
Miguel A. Figueroa
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